Revisamos el DLC final del Pase de Temporada de Shadow of the Tomb Raider.
Ayer se lanzó el último DLC anunciado para Shadow of the Tomb Raider, al que se ha añadido uno más del que no hay datos oficiales aún. Este DLC nos ofrece un epílogo casi magistral para la historia de la aventura que cierra esta trilogía de origen de Lara Croft.
Atando cabos sueltos
El final de Shadow of the Tomb Raider es muy poco común en la saga, ya que deja en el tintero alguna trama, como por ejemplo, el destino de los yaaxil. Este DLC ofrece la posibilidad de darle cierre a esa trama con una misión no extremadamente larga que repite un esquema bastante utilizado a lo largo de estos DLCs: área de combate + puzzle-tumba.
Y es que, mientras otros DLC’s anteriores no aportaban nada interesante en alguno de los pilares del esquema, aquí ambos ofrecen una experiencia muy disfrutable.
Tras un terremoto, se abre una grieta a una cueva en la que entraron los yaaxil y Lara debe averiguar el por qué de este comportamiento.
Tras una pequeña zona de combate-sigilo contra lo poco que queda de la Trinidad y una zona en la que Lara debe ir ganándoles terreno mientras esquiva los disparos de una ametralladora fija, comienza la tumba de corte más clásico de todas las que han sido publicadas.
Y calificarla de corte clásico no es casual, porque está configurada de una forma muy similar a las de los primeros juegos de la saga, con placas de presión, trampas de pinchos en los suelos, techos móviles y obstáculos cronometrados. Además, ofrece uno de los puzzles más entretenidos de resolver de Shadow of the Tomb Raider, con una puesta en escena que recuerda al puzzle de Shiva de Tomb Raider Underworld.
Finalmente, con este DLC se nos otorgan un arco mas, una habilidad que permite reducir el número de elementos necesarios en el crafteo y dos trajes nuevos, el traje que viste Q’orianka (y una versión con estadísticas mejoradas) y un recolor del traje estándar inspirado en el atuendo clásico de Lara.
